Partiendo de que la acción de supervisar, en términos bastante sencillos, está definida dentro del ámbito de la vigilancia y la inspección, el sujeto encargado de tal acción tiene un abanico de posibilidades a la hora de caracterizar su labor. Estas posibilidades son tan diversas como complementarias. En la gráfica que se presenta a continuación, un supervisor puede tener funciones un poco intimidantes como lo indican las tareas de fiscalizador, controlador, síndico o interventor. También puede representar a un sujeto que apoya, cuando se habla de revisor, guarda, corrector o administrador.
¿Qué sucede con estas funciones cuando se trata de un ambiente de teletrabajo? ¿Qué consideraciones adicionales es necesario tomar en cuenta a la hora de contrastar un trabajo supervisorio que se lleva a cabo en la presencialidad, con respecto a otro que se realiza dentro de un escenario de teletrabajo? Recordemos que el término teletrabajo en este caso, se refiere a una actividad realizada a distancia utilizando intensivamente las TIC. Volviendo a las interrogantes, vale la pena evaluar cómo debe ser el papel de un empleado al cual se le ha entregado la autoridad de supervisar a un número determinado de personas en un escenario para algunos inédito, y responder efectivamente a las expectativas de la organización dentro de los objetivos planteados en un departamento cualquiera.
En los ambientes naturales de la organización, la supervisión iba de la mano del estilo de gestión asumido por el supervisor. En esos ambientes naturales, el contacto directo con las personas supervisadas permitía incluso obtener respuestas inmediatas dentro de un proceso de evaluación formativa a la hora de interactuar cotidianamente en la oficina, en reuniones de trabajo, en el desarrollo de proyectos asignados, en fin, que el empleado supervisor podía contar con diferentes alternativas de valoración para detectar progresos, mejoras y desviaciones de las tareas encomendadas. ¿Cómo se traslada esto a un escenario desconocido para muchos, complejo por demás, debido a que no existe una interacción física sino que ésta se realiza a través de la imagen que transmite una pantalla o la voz que emite el dispositivo tecnológico? Repasemos cómo se definen las competencias y cómo éstas definiciones pueden orientar a caracterizar la labor de un supervisor dentro de un escenario de teletrabajo.
Un abordaje inicial de las competencias.-
Las competencias son habilidades, capacidades, que demuestran las personas a la hora de realizar una tarea específica cuando ejercen una profesión u oficio, o a la hora de asumir su proceso formativo. Existen muchas definiciones que intentan explicar qué significa ser competente o no, en el momento de ejercer un cargo, desempeñar una tarea o construir conocimiento. Demos una mirada comprensiva a estas definiciones propuestas en el (Centro Interuniversitario de Desarrollo - CINDA, 2008) (1):
- “Posee competencia un profesional quien dispone de los conocimientos, destrezas y actitudes necesarias para ejercer su propia actividad laboral, resuelve los problemas de forma autónoma y creativa y está capacitado para colaborar en su entorno laboral y en la organización del trabajo.”(Echeverría, 2001).
- “La competencia profesional no es simple suma inorgánica de saberes, habilidades y valores, sino maestría con que el profesional articula, compone, dosifica y pondera constantemente estos recursos y es el resultado de su integración.” (Comisión Nacional para la Modernización de la Educación, 1999).
Ahora, analicemos esta imagen
Aquí está representado el concepto de competencia de manera gráfica dentro del paradigma de un proceso de aprendizaje, una idea que puede servir de base para la comprensión del término desde la perspectiva laboral, a fin de cuentas y esto es lo maravilloso del mundo contemporáneo impulsado por las nuevas técnicas de información y comunicación, siempre existirá la oportunidad de aprender y hay que prepararse para hacerlo durante toda la vida.
La pirámide expuesta en la imagen puede contextualizarse perfectamente al ambiente laboral y con más razón a las tareas que lleva a cabo un supervisor en un escenario de teletrabajo, que es el asunto que nos ocupa en este artículo. Un paréntesis, (Delors, 1996) (2) en su libro, explica la importancia de lo planteado en el párrafo anterior con respecto al aprendizaje para toda la vida que debe caracterizar al siglo XXI. Es de resaltar que el autor no se equivocó en su apreciación, porque establece cuatro pilares de la educación (competencias) que derive en procesos socializadores más significativos y sustentables a la hora de poner en práctica los conocimientos obtenidos durante ese proceso educativo. Es clave la máxima aprender a aprender.
En primer lugar está el aprender a vivir juntos conociendo mejor a los demás, en segundo lugar está aprender a conocer dentro de los desafíos de una ciencia perseverante que propone cambios tecnológicos que influyen en la dinámica de las actividades económicas y sociales, en tercer lugar tenemos aprender a hacer, no solo dentro del campo de especialización técnica o del oficio aprendido, sino también como estímulo para familiarizarse con lo imprevisto y entender los desafíos de la otredad, el trabajo en equipo y dentro de una diversidad de opiniones y posturas. Finalmente está el aprender a ser, como la comprensión de uno mismo, la tarea ardua y exigente de interpretar el mundo que nos rodea desde una visión particular que exige responsabilidad, memoria, raciocinio, imaginación, creatividad, entre otros.
Luego del paréntesis anterior y volviendo la vista a la pirámide, la base establece rasgos y características ¿de quién? Contextualicemos este análisis entonces, al individuo que supervisa utilizando las siguientes interrogantes ¿cómo soy como supervisor? ¿cómo es el estilo que caracterizan mis decisiones a la hora de dirigir a un equipo de trabajo a distancia? ¿intimido, apoyo, ordeno, controlo, gestiono? ¿cómo mi personalidad incide a la hora de acompañar, ordenar u apoyar a mis subordinados? (competencia del aprender a ser).
Continuando con el análisis de la pirámide puedo como supervisor hacerme las siguientes preguntas ¿cuáles son mis destrezas y habilidades para ejercer el puesto de supervisión? ¿me he preparado lo suficiente para esta tarea encomendada? ¿cuáles son mis credenciales? Es importante considerar esto, porque equivocadamente se asumen talentos naturales que aun cuando no son objetables, al ser llevados a la práctica necesitan de dirección y orden, por lo tanto, el estudio formal siempre es una variable a tener en cuenta. (aprender a conocer).
Luego del conocimiento, en este caso está la experiencia compartida, cómo la complejidad del conocimiento propio visto a través de los ojos de quienes son supervisados, ofrece respuestas que debo valorar en atención a los objetivos laborales propuestos. Las siguientes interrogantes pueden ser orientadoras para establecer el grado de competencia a la hora de supervisar ¿realmente las habilidades que he ido formando dentro del conocimiento adquirido, aplican para la compleja tarea que ejerzo como telesupervisor? ¿entiendo las implicaciones de mis responsabilidades proyectadas en el trabajo en equipo? ¿cómo establezco diferencias entre el trabajo en equipo, grupal y colaborativo? (aprender a hacer).
El tope de la pirámide plantea demostraciones (aprender a vivir juntos), es decir, el supervisor en este caso se plantea algo así como ¿cómo me observo? ¿cómo me observan? ¿qué calidad de respuestas obtengo de las personas que conforman el espacio de supervisión asignado a la hora de medir resultados, ya sea de manera tangible o intangible, con respecto al alcance de los objetivos organizacionales planteados por la dirección que también me supervisa? En este nivel más allá de que puede estar caracterizado por las llamadas evaluaciones de desempeño, es importante resaltar cómo las experiencias de aprendizaje deben ser integradoras, para que efectivamente puedan obtenerse resultados acordes a las expectativas planteadas por las partes involucradas.
De acuerdo a lo anterior, es importante destacar el sentido de la expresión “experiencias de aprendizaje integradoras”. Tal como ya fue mencionado, el aprendizaje para toda la vida es una realidad presente en cualquier actividad que realicemos, el punto está en el grado de atención y enfoque que se coloca durante el proceso de ejecución. La neurociencia explica que para aprender es necesario emocionarse (3), nuestro cerebro es permeable al aprendizaje cuando en el trayecto socializador que implica educarse, existe complejidad y desafío sensible que motive al individuo que aprende. Es por ello que el supervisor necesita construir habilidades permanentemente, a la hora de relacionarse a la distancia con sus supervisados, porque las señales directas que pueden ofrecer éstos en un escenario presencial, están veladas en el de la virtualidad.
En una próxima entrega, ampliaré este aspecto importante del aprendizaje organizacional, porque es la base de las organizaciones inteligentes que plantea (Senge, 1992) en un clásico de la literatura gerencial (4). Evaluaré el significado de las interrogantes ¿realmente se pueden enseñar las competencias? ¿qué significa emocionarse durante el proceso de aprendizaje y cómo incide esto en las denominadas competencias emocionales? También considero importante dentro de este tema, establecer diferenciaciones entre competencias genéricas y específicas, es un buen ejercicio de reflexión porque permitirá ahondar un poco más en la figura del supervisor dentro de un ambiente de teletrabajo.
No duden en plantear sus comentarios e inquietudes en relación a lo aquí expuesto. Hasta la próxima.
Lista de Referencias:
1) Centro Interuniversitario de Desarrollo - CINDA. (15
de diciembre de 2008). Diseño Curricular basado en Competencias y
Aseguramiento de la Calidad en la Educación Superior. Recuperado el 11 de
enero de 2019, de
https://cinda.cl/wp-content/uploads/2008/12/diseno-curricular-basado-en-competencias-y-aseguramiento-de-la-calidad-en-la-educacion-superior.pdf
2) Delors, J. (1996). La Educación encierra un tesoro.
Madrid, España: Santillana.
3) Menárguez, A. T. (18 de julio de 2016). El País.
Recuperado el 11 de enero de 2019, de Formación:
https://elpais.com/economia/2016/07/17/actualidad/1468776267_359871.html
4) Senge, P. (1992). La Quinta Disciplina. Barcelona,
España: Ediciones Juan Granica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario