viernes, 21 de mayo de 2021

La supervisión y el teletrabajo: triunfar o desfallecer en el intento.


 Supervisar, es vigilar o inspeccionar, así lo define en palabras muy sencillas el diccionario Larousse.

 Cuando se ejerce el trabajo de supervisor en una organización, por lo general, se ha investido a la persona encargada de tal labor, de una autoridad que le permite incluso controlar y realizar todos aquellos ajustes que permitan gestionar las desviaciones que pueden ocurrir dentro del encadenamiento y operaciones de un proceso.

Cuando se menciona la palabra autoridad, inevitablemente está asociada al poder asociado con la investidura del cargo, y este poder puede ser ejercido de distintas formas. Como bien explican los consultores organizacionales Stephen Robbins y Timothy Judge (1)  “es una realidad de la vida organizacional, y no hay modo de que desaparezca.” Vale entonces repasar el concepto para tener claro a qué estamos expuestos cuando lo sentimos o lo ejercemos. Los autores ya mencionados explican que el poder “se refiere a la capacidad que tiene A para influir en el comportamiento de B de modo que éste actúe de acuerdo con los deseos de A". Lo citado anteriormente explica la compleja dimensión inmanente que el término tiene con dos conceptos sensibles como son el potencial de uso y la relación de dependencia que se crea por parte de los subordinados a ese poder.  Ahora, vale la pena reflexionar en cómo el teletrabajo puede introducir algunos elementos que pudieran enrarecer esa relación de poder en contraste a los escenarios presenciales. ¿Cuál es el contexto de toda esta situación? A continuación se exponen algunas consideraciones sobre el particular. 

En estos tiempos tan sobrevenidos a nivel mundial, producto de la llegada del evento pandémico ocasionado por el Covid 19 en el campo laboral, así como en tantos otros escenarios conocidos, las organizaciones sin excepción se han visto obligadas a pensar cómo enfrentar las consecuencias derivadas de las distintas decisiones para la prevención y el control de contagios, asumidas de forma ineludible por los distintos gobiernos de los países del orbe. Ha sido una tarea compleja ante la incertidumbre de una enfermedad desconocida y que impone una serie de medidas de prevención, dónde desde principios del año 2020 destaca el distanciamiento geográfico o confinamiento en el hogar. Estar confinados en casa, se ha constituido en una situación inédita y bastante difícil de gestionar para los humanos que transitan lo que va de siglo.  

Para los entendidos, todo este contratiempo sanitario ha traído al tapete la disyuntiva de lo económico y la salud. ¿Qué ocurre primero? Inmediatamente se piensa, si no hay salud no hay nada, sin embargo, surge la imperiosa inquietud y se reflexiona ¿cómo sobrevivimos si no trabajamos, si el mundo se paraliza y no existe la posibilidad de generar y garantizar oportunidades para la más mínima existencia? Inmediatamente en ese conglomerado de seres humanos ubicados en la comunidad científica, muy poco valorados por cierto en su justa dimensión, se activa el instinto de la investigación, de la pesquisa, un ejercicio indagatorio muy valioso para responder ante la adversidad porque es precisamente a través de la ciencia y todas las disciplinas posibles, porque no hay distingos a la hora de contribuir en una labor tan noble como ésta, quienes se dan a la tarea de encontrar alternativas de solución al virus que amenaza nuestro devenir existencial y a la vida tal como la conocíamos.

He aquí una digresión que amplía un poco más la idea anterior, porque viene al caso las ideas publicadas por Moisés Naim, un reconocido economista venezolano con larga trayectoria como investigador de temas dentro del campo de la tecnología y las ciencias sociales, quien en un artículo reciente titulado “El gran desfase: ciencia veloz y política atroz”, (2) señala como esa ciencia terca y perseverante ha proporcionado respuestas ante el virus desconocido, en un lapso de tiempo que ha superado ampliamente experiencias previas dentro del estudio de este tipo enfermedades. Según Naim, la comunidad científica inició los estudios de este virus a principios de enero de 2020. Para la mayoría de los entendidos en este campo de la investigación médica, se auguraba que no habría una vacuna para enfrentar a este enemigo potencial de nuestra salud, hasta aproximadamente 3 años luego de concluida la fase 3 de un estudio de estas características. Al momento de escribir estas letras, ya existen alternativas de vacunas en países como los Estados Unidos, China, Rusia, Alemania, y Reino Unido, y todo ello prácticamente en un periodo de seis meses, según lo expuesto por Naim. Es decir, que el avance de la ciencia nos sorprende con sus respuestas veloces, muy acorde al tiempo que lo demanda. ¿Qué ocurre entonces con los gobiernos, con las organizaciones en general?

Más allá que la idea de este artículo no es dirimir asuntos complejos por parte de los llamados a implementar políticas públicas, que claramente han ido muy desfasados entre las respuestas que ofrece la ciencia y las que éstos proporcionan, está claro que el periodo obligatorio de confinamiento estableció una alternativa al trabajo a distancia ante la posibilidad de no hacer absolutamente nada. El teletrabajo como tal, considerando en su naturaleza contemporánea, además de la distancia, el uso intensivo de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, TIC, ofrece una posibilidad cierta de realizar actividades dentro de las responsabilidades inherentes a un cargo específico, que permitan mantener activa a la organización, evaluando las características propias de éstas, adecuarlas a las aplicaciones informáticas que existen en situaciones de vídeo conferencias por ejemplo y los grupos de chat, dónde éstos últimos se han reinventado en plataformas de comunicación cotidiana y muy conocidas, dónde ofrecen otra dimensión de uso para el caso del teletrabajo.

Ubicado el contexto, es importante entonces no desestimar el hecho de que todo este cambio producido por la pandemia ha llegado de manera muy abrupta, sin el tiempo suficiente incluso para asimilar el tamaño del compromiso que significa apropiarse de nuevas y mejores formas de comunicación dentro del mundo digital, que permitan enriquecer las redes de conexión ya establecidas de manera tal que se mantenga el foco en los objetivos de la organización, su misión y visión. Es conveniente entonces analizar seriamente cómo se van a realizar las actividades de supervisión, cómo se ejercerá la autoridad y el poder inherente a ésta, en un escenario de teletrabajo sin que esto signifique situaciones angustiosas producto de la natural resistencia al cambio ante las nuevas formas de realizar ese trabajo. 

He aquí unas consideraciones claves:

1. Conocer la realidad de cada uno de los integrantes del equipo de trabajo en cuanto a conectividad y dispositivos tecnológicos como computadoras, teléfonos móviles, tabletas, entre otros, que permitan una interacción de calidad entre las partes. Establecer acuerdos. Es de notar que el carácter sobrevenido de la situación impidió establecer en muchos casos acuerdos formales en este sentido y la orientación de un marco legal que describa de forma precisa está todavía en construcción. Han existido desde comienzos del siglo XXI, previendo el auge de la tecnología informática en materia comunicacional y de redes de conexión, iniciativas de regular el trabajo a distancia que utiliza de manera intensiva las TIC, por ejemplo la Unión Europea tiene un Acuerdo Marco Europeo sobre Teletrabajo que data del año 2002 (3), Estados Unidos tiene una ley de carácter federal denominada Ley de Mejora de Teletrabajo de 2010 (Telework Enhancement Act of 2010 – HR1722) (4) y América Latina en países como Argentina, Chile, México y Colombia tienen en progreso normas y decretos llamados a orientar legalmente el teletrabajo (5).

2. Desarrollo de competencias digitales. Esto significa fomentar el uso efectivo de las distintas aplicaciones que se encuentran a disposición para llevar a cabo vídeo conferencias, creación de grupos de encuentro en las distintas plataformas de chat disponibles o conocer las herramientas más adecuadas para producir contenido digital. También es importante el establecimiento de redes de conexión en las áreas de interés y que contribuyan además a los objetivos organizacionales. No olvidar la curaduría de contenidos.

3. Trabajo colaborativo, trabajo en equipo, grupos de trabajo. Es importante establecer y de manera muy clara las distinciones que existen entre estos conceptos.

4. Comunicación efectiva, esto significa que sea real, productiva, que promueva no solo los valores organizacionales, sino que incentive el enriquecimiento personal y profesional de los supervisados.

5. Manejo adecuado del conflicto. Las teorías contemporáneas en materia de comportamiento organizacional apuestan a que existan un tipo de “conflicto sano” que permita vigorizar ideas y contrastar posturas, por lo tanto es importante que un ejercicio de supervisión esté atento a estas posibilidades.

6. Planificación y organización adecuada de tareas. Definir con claridad qué significa la productividad dentro de las responsabilidades asumidas por los supervisados. Evitar el control excesivo y la posible violación a la privacidad de los trabajadores que teletrabajan.

En entregas sucesivas se abordará con mayor detalle las competencias necesarias para una supervisión efectiva en ambientes de teletrabajo. Es importante destacar que el acto de supervisar conlleva una gran responsabilidad para todos aquellos miembros de una organización investidos con tal autoridad, es por ello fundamental que estén suficientemente establecidos los acuerdos entre partes, porque tal como ocurre en la presencialidad, lagunas en la comunicación o interpretaciones deficientes de las indicaciones puntuales en la realización de tareas críticas para la organización, pueden desencadenar conflictos innecesarios que enrarecerán el clima organizacional porque el lenguaje del malestar puede notarse en las pantallas, en las voces y en los mensajes que puedan surgir dentro del debate de un asunto laboral y por ende en el producto final del trabajo asignado. 


Ing. Solange C Noguera

Referencias: 

1) Robbins S. y Judge T. (2009). Comportamiento Organizacional. Decimotercera edición. Pearson Educación. México

2) Naim M. (2021). El gran desfase: ciencia veloz y política atroz. Disponible en: [https://www.moisesnaim.com/mis-columnas/2021/5/1/el-gran-desfase-ciencia-veloz-y-poltica-atroz]

3) Acuerdo Marco Europeo sobre Teletrabajo (2002) Disponible en :             [https://www.uned.ac.cr/viplan/images/acuerdo-marco-europeo-sobre-teletrabajo.pdf]

4) Telework Enhancement Act of 2010 – HR1722. Disponible en: [https://www.congress.gov/bill/111th-congress/house-bill/1722]

5) GeoVictoria. Work Forcement (2020) Teletrabajo en Latinoamérica: ¿cómo opera por cada país? Disponible en: [https://www.geovictoria.com/cl/teletrabajo-latinoamerica-por-pais/]


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